Además de Santa María, encontramos otros monumentos dentro del casco histórico, como La Calahorra.
En lengua vernácula es conocida como la "casa forra" (casa fuerte), por su condición de punto estratégico y defensivo dentro de la antigua muralla. Formaba la puerta de entrada a la ciudad por el camino viejo de Alicante. Su nacimiento data del siglo XIV, aunque tenemos referencia de una primitiva torre que, bajo la misma denominación, sirvió de símbolo de la entrega de la ciudad por los musulmanes a Jaime I El Conquistador en el año 1.265.
Se caracteriza por sus típicas paredes en talud y sus ventanas de un estilo marcadamente oriental y morisco. Su terraza conserva su primitiva estructura defensiva. En ella, un gran mástil con una figura de la media luna atravesándose hacia la mitad de su cuerpo, nos muestra quienes fueron sus primeros moradores. Su interior configura una magnífica estancia de carácter señorial, guardando numerosas piezas mobiliarias de la época.
A sus pies se constituía el antiguo zoco de la población musulmana. Durante la primera mitad del siglo XV fue utilizada como lugar de reunión del Concejo, hasta que en 1.441 fue levantado el edificio destinado a tal fin. En el año 1.442 fue convertida en alhóndiga, adosándole la parte oriental que mira hacia el Passeig de les Eres de Santa Llúcia, de un estilo medieval mucho más próximo a la cultura cristina.
El terremoto que azotó estas tierras el 21 de marzo de 1.829 hizo que se desplomaran dos de los cuerpos de la primitiva torre, quedando a la altura que en la actualidad conserva. Tenía bajo sus cimientos una serie de galerías subterráneas que la comunicaban con el Alcázar o Palacio, el otro punto defensivo de considerable importancia. Estas galerías fueron inutilizadas en el año 1.880 por el Marqués de Lendínez, quien fue el propietario de la Calahorra por esas fechas.