La Dama de Elche


    En el aspecto histórico y artístico, la Dama de Elche se convierte en la pieza clave. De no haber sido descubierta, posiblemente no hubieran tenido demasiada importancia el resto de descubrimientos arqueológicos, siendo esta hazaña la que brindó espíritu e ímpetu para realizar estudios arqueológicos que nos permitieran conocer cuál fue el origen de esta población y qué hechos acontecieron a sus moradores. Las tareas de excavación y reconstrucción de las piezas descubiertas han sido llevadas a cabo por un equipo bajo la dirección en primer lugar de D. Alejandro Ramos Folqués, y en la actualidad D. Rafael Ramos Fernández. 

 

 

     Fue descubierta el 4 de agosto de 1897 por D. Manuel Campello, mientras se encontraba realizando unos trabajos al sureste de la finca agrícola, sin saber que bajo sus pies se encubrían varios siglos de historia a través de multitud de restos arqueológicos. 

 

     Podemos afirmar que, junto a la Dama de Baza (Granada) es la obra más significativa del arte ibérico. 

 

     En primer lugar, por desconocer el valor exacto de la misma, fue vendida al Museo de Louvre en París, lugar donde se efectuaron diversas investigaciones por parte de arqueólogos e historiadores de diferentes países europeos, que aportaron la mayoría de los conocimientos que que actualmente tenemos de ella. Tras una serie de negociaciones, en el año 1941, se consigue su devolución a nuestro país, ocupando un hueco en el majestuoso Museo del Prado. En la actualidad la obra original se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, aunque en Elche es fácil encontrar reproducciones de la misma en sus diversos jardines y edificios culturales, así como las miniaturas que le viajero se puede llevar como souvenir característico de esta ciudad, ya que se trata de uno de los tres tesoros del orgullo ilicitano. 

 

     Se calcula que procede del siglo VI a. de C. Representa a la diosa ibera de la fecundidad, imagen muy difundida entre los restos encontrados a lo largo de todo el sureste peninsular, y habiéndose descubierto imágenes de esta misma diosa en numerosas piezas de cerámica de La Alcudia. Es posible que fuera una escultura sedente, aunque hasta nuestros días solamente ha llegado el busto que conocemos. Las rodetas laterales para sujetar el pelo, dejan notar una influencia griega, mientras que, por otro lado, los amuletos y collares que se disponen sobre el pecho son claramente de origen fenicio. En la parte posterior, es decir, a su espalda, se halla un hueco que seguramente estaba destinado a guardar las cenizas de los difuntos. 

 

 

     Durante los siglos V y IV a. de C. surgieron un gran número de esculturas y cerámicas de un considerable valor artístico dentro del arte ibérico, pero generalmente se encuentran muy mal conservadas.