La Virgen de la Asunción, patrona de esta ciudad, tiene su propia tradición y leyenda sobre el origen de la misma. De padres a hijos ha ido corriendo el dicho de que la Virgen llegó por el mar y estaba predestinada para nuestro pueblo. Pero para una mejor comprensión, es preciso analizar las características históricas y humanas de las fechas en que transcurre dicha leyenda.
Hacia los siglos XIV y XV, una vez pasada la reconquista, como en la mayoría de poblaciones de la península, Elche estaba formada por tres grupos etnológicos distintos. Teníamos por un lado los cristianos ocupando la antigua villa murada. Al sur de la misma, en el llamado arrabal de San Juan (el Raval), residía la población musulmana, mientras que muy cerca de ésta se encontraba el pequeño núcleo judío.
Las intrusiones piratas en la costa, con el fin de llevarse dinero y prisioneros para venderlos en el norte de África, obligaba a una estrecha vigilancia formada por soldados a caballo que recorrían todo el litoral. A raíz de esta necesidad se construyeron varias torres vigías. Hoy podemos encontrar, en bastante mal estado, los restos de una de llas entre las playas del Pinet y la del Tamarit.
Cuenta la leyenda que fue en la noche del 28 al 29 de diciembre de 1370, cuando uno de estos vigías, cuyo nombre era Francesc Cantó, vió cómo un enorme bulto era arrastrado por las olas hasta ser depositado en la orilla de la playa del Tamarit. Al acercarse pudo comprobar que se trataba de un arcón del tamaño de una persona, en cuya parte superior llevaba una inscripción que decía: "Soc per a Elig" (soy para Elche), Inmediatamente corrió a informar a sus superiores y a toda la población ilicitana, que tras el grito de "A la playa ilicitanos" acompañaron al vigía y autoridades al lugar del hallazgo. Una vez allí, se dispusieron a abrir el arcón, encontrando dentro del mismo una imagen de la Virgen acompañada de unas instrucciones para la celebración de una fiesta litúrgica en su honor, el Misteri d'Elx. Muchas poblaciones colindantes intentaron disputarse dicho hallazgo. Se cuenta que para evitar discusiones, se dispusieron a atar el arcón a unos bueyes, a los que se les había vendado los ojos. Posteriormente los pusieron en el cruce de caminos y dichos bueyes no pararon hasta llegar a la villa de Elche.
Desde entonces se celebra todos los años la fiesta de la Venida de la Virgen en los días 28 y 29 de diciembre. En ellas se efectúan procesiones y representaciones, así como una romería desde la playa hasta el centro de la ciudad, en las que aparece la figura del vigía Cantó montando a caballo con una enorme capa roja, reproduciendo la anunciación de la aparición de la imagen de la Virgen.
La fiesta de la Venida de la Virgen está declarada como de Interés Turístico Autonómico por la Generalitat Valenciana.