La Basílica
La Basílica de Santa María es, sin lugar a dudas, el templo más bello de la ciudad. Se encuentra en pleno centro, entre la Torre de Calahorra y el Palacio de Altamira, rodeada por una serie de casa de ventanas forjadas y grandes blasones tallados en sus fachadas, ofreciendo la imagen del ambiente medieval del cual proceden. Ocupa el solar donde antaño se asentaba una vieja mezquita musulmana. Está dedicado a la Virgen María de la Asunción, teniendo su fiesta mayor el día 15 de agosto. Tras la entrada en Elche de las tropas de Jaime I, y posterior expulsión de los moriscos al arrabal de San Juan, ligeramente al sur de la villa, al igual que en la mayoría de las poblaciones reconquistadas, se procedió a su derrumbamiento y posterior edificación de un nuevo templo de culto cristiano. Es te edificio permaneció en pie hasta que en el año 1672 se desplomó gran parte del mismo debido a los fuertes temporales de lluvia que azotaron estas tierras. Lo poco que quedó en pie fue derribado por su mal estado de conservación, comenzando al año siguiente, en 1673, las obras para levantar el nuevo templo cuya obra ha perdurado hasta nuestros días. Su construcción se finalizó en 1784.
Al concluir las obras, fue consagrada por el Obispo D. José Tormo, quien en más de una ocasión hiciera diversos donativos e intervenciones en favor de nuestro pueblo. El arquitecto que dirigió las obras, y autor de sus planos fue D. Francisco Verde. Del equipo que colaboró con el citado arquitecto en el levantamiento de la nueva obra citaremos a Jaime Bort, quien más tarde trabajara en el diseño y construcción de la fachada principal de la Catedral de Murcia. También prestaron su labor los ingenieros Pedro Quintana y Fernando Fouquet.
El edificio pertenece en su mayor parte al estilo barroco, tal y como veremos en la posterior descripción de su fachada e interiores. A su vez posee algunas características propias de la arquitectura neoclásica.
Podemos encontrar la primera piedra bajo el pilar de la derecha junto a la puerta principal, caracterizada por llevar inscritas cinco cruces y con una lápida de mármol que nos indica la fecha de su colocación. La iglesia de Santa María fue construida pensando que en ella se iban a celebrar las representaciones del Misteri, por lo que adquiere sobre todo en su interior un magnífico volumen y capacidad acordes con la función que debía desempeñar. Así mismo posee unas condiciones acústicas verdaderamente excelentes, las cuales hacen que las voces de los cantores lleguen a través de nuestros oídos hasta lo más profundo de nuestros corazones, alcanzando generalmente la emoción en el público presente.
Exteriores
Vamos a pasar al comentario artístico del templo analizando en primer lugar los exteriores del mismo. Sin duda alguna, lo más destacado es la fachada principal, con puerta de acceso frontal al crucero interior. Forma un auténtico retablo tallado en piedra. La puerta la constituye un arco de medio punto a partir del cual se desarrolla el relieve de la fachada. En las mismas puertas hallamos unas pequeñas ventanas o mirillas desde donde se puede contemplar perfectamente el camerín de la Virgen, enclavado sobre el Altar Mayor.
Sobre el centro del arco y sustentado por dos ángeles se sitúa un escudo de María de la Asunción, con una decoración extraordinariamente marcada de relieves y demás técnicas barrocas. Nos enseña la dedicación del templo a la Virgen de la Asunción. apareciendo dicho escudo en más de una ocasión en toda la iglesia. Unos grandes pedestales, a ambos lados de la puerta, sirven de soporte y base a dos grupos de columnas, entre las que se encuentran dos al estilo salomónico, propias del arte barroco. Dichos grupos forman el sustento a los relieves del segundo cuerpo de la fachada. El centro se halla ocupado por un hueco hermosamente decorado, donde se sitúa un grupo escultórico representando la Asunción. La talla de estas esculturas es obra de Nicolás Bussi. En la parte superior, y entre dos parejas de columnas de menor tamaño que las de la base, se encuentra una perfecta figura de San José y el Niño. Varios ángeles, follaje pétreo y otras ornamentaciones completan la decoración de esta fachada, que en su parte superior está rematada por dos medios frontones sobre las columnas pequeñas, dejando una apertura central que permite ofrecerles una mayor esbeltez.
Una vez vista la fachada principal, tenemos a nuestra izquierda la torre del campanario. está formada por tres cuerpos, siendo su altura de 37 metros hasta la cornisa. La planta de la misma es cuadrada. Su decoración es bien sencilla, basada en líneas rectas formando rectángulos verticales, que colaboran en realzar la torres sobre el resto del edificio. A lo alto de la misma se puede acceder por una escalera de caracol que llega hasta la misma terraza. Hoy en día es el mirador del palmeral por excelencia, ya que desde lo alto de la misma se contempla una espléndida vista de la ciudad y del palmeral que la circunda.
De entre las puertas laterales, podemos destacar la de San Agatángelo, coronada por una imagen de dicho santo, obra del escultor Nicolás Bussi. Se trata de una pequeñas figura resguardada por una cornisa de estructura sencilla.
Al otro extremo se halla la puerta de la Resurrección, cuya decoración llevaron a cabo los hermanos Irles, siendo sus características muy similares a las de la puerta de San Agatángelo.
La puerta del Sol, con orientación al mediodía, está formado por un agradable relieve acompañado de buena ornamentación. Su nombre le viene dado por el escudo grabado sobre el centro del arco con la figura del astro nombrado. Su relación con esta iglesia se debe a ser éste el símbolo de María.
Además de las ya citadas, el edificio posee la puerta del Órgano, de sencilla decoración, y la puerta chica y de la Comunión, ambas carentes de recursos artísticos.
Rincones interiores
Tras el análisis de los exteriores, nos disponemos a cruzar la puerta para penetrar en la iglesia. Una vez en el interior de la misma, lo primero que observamos es suplanta en forma de cruz latina. De sus ocho capillas laterales, las dos más próximas al altar mayor son las que presentan más interés. Las componen dos pequeños retablos con destacada ornamentación de relieves dorados. Están dedicadas a San Nicolás y a San Rafael. Las dos siguientes están ocupadas por las puertas de la Resurrección y de San Agatángelo. La antigua capilla que estuvo dedicada a San Francisco Javier, sobre la que se levanta la torre del campanario, alberga en la actualidad una pila bautismal sobre la que se halla colgado de la pared un tríptico obra de D. José Soler. Es resto de las capillas las ocupan figuras escultóricas que generalmente han tenido que ser restauradas y remodeladas a raiz de los desperfectos sufrido durante la pasada Guerra Civil. Todas las capillas se encuentran comunicadas entre sí.
El deambulatorio conserva, guardadas en pequeñas ornacinas, algunas de las imágenes que toman parte den los desfiles de Semana Santa. Destacan un Nazareno de Nicolás Bussi, junto a un Ecce Homo y un Cristo Crucificado, de buena talla, cuyo autor fue José Esteve. La puerta que comunica con la Sacristía está resguardada por dos recias columnas salomónicas y un escudo e María de la Asunción sobre la misma. En su interior se guardan cuadros y muebles del siglo XVIII.
En la zona superior, una galería compuesta por una sucesión de balcones, los cuales rodean toda la nave, asoma hacia el interior del templo a través de grandes huecos cuadrados con molduras decoradas. Se utilizan como excelentes miradores para las representaciones del Misterio.
La cúpula, hermosamente decorada con relieves de ángeles y gran cantidad de hojas, fue reconstruida en el año 1.903 por el arquitecto ilicitano Coquillat. Posee unas pequeñas vidrieras en los huecos abiertos al pie de la misma. En época de representación del Misteri suele hallarse cubierta por una amplia lona pintada que simula el cielo.
El presbiterio se encuentra rodeado por una alta verja de hierro, adornada con forjados en negro y dorado. Lo resguardan por su parte posterior, cinco arcos de notable envergadura. El altar mayor data del siglo XVIII y es obra de Jaime Bort. Está fabricado a base de mármol policromado.
El retablo aparece como una hiedra adherido a pilares. En su decoración, formada completamente por talla dorada, resaltan figuras de ángeles entre relieves de columnas. Coronando el mismo, hallamos una vez más el símbolo de la Asunción. En el centro mismo se sitúa el Camarín de la Virgen, de planta cruciforme. En su interior, la imagen de la patrona de Elche parce dirigir desde su trono las labores de este pueblo.
La enorme sencillez de la estructura pétrea del edificio, en contraposición a sus retablos y rincones barrocos cargados de relieves y tallas doradas, ofrecen la imagen de amplitud, esbeltez, claridad y buen gusto que esta iglesia ofrece a sus feligreses y a todos sus visitantes.
Capilla de la Comunión
Situada en el ábside de la basílica, la Capilla de la Comunión nos ofrece uno de los rincones más bellos de la iglesia de Santa María. Su función es la de constituirse en sagrario para guardar el Santísimo Sacramento.
Artísticamente la debemos enclavar dentro de la corriente Neoclásica, atendiendo a su abundancia en figuras de mármol blanco o materiales similares, así como la utilización de columnas de estilo dórico y rematadas por frontones triangulares; todo ello perteneciente al conjunto de materiales y formas evocadores del arte clásico de las antiguas Grecia y Roma. Queda claramente reflejada la diferencia con el resto del edificio. de estilo barroco, y por lo tanto la posterioridad de su creación.
Su obra corrió a cargo del arquitecto Marcos Evangelio, sucesor de la primitiva obra de Francisco Verde, y supuso uno de los últimos trabajos de la terminación del templo hacia finales del siglo XVIII.
En el acceso a ella nos encontramos con una gran puerta de hierro forjado, que la separa del deambulatorio. Una vez en su interior comprobamos que se trata de una pequeña pero hermosa capilla. Su planta adquiere la forma de cruz griega. Si comenzamos por los ángulos que forma dicha cruz, los cuales adquieren una forma circular, encontramos sobre unos pedestales adheridos a las paredes, las figuras de los cuatro evangelistas con sus respectivos símbolos, tallados en piedra, de tamaño natural. Su brazo lateral derecho está ocupado por un buen cuadro, posiblemente de principios del siglo XIX. Los arcos se cruzan entre sí dejando un hueco central desde donde parte la pequeña cúpula decorada geométricamente. Forma un conjunto realmente destacable por su belleza. En su base se abren unos huecos circulares ocupados por unas ventanas que permiten la entrada de la luz exterior.
El altar lo forman una mesa de mármol sobre cuyos extremos reposan las esculturas de Santo Tomás y Santa Teresa. A sus lados dos pequeñas puertas con sencillas cornisas. Detrás se elevan erguidas dos recias columnas que sostienen un frontón circular que cierra el retablo pétreo. Por encima de dicho frontón descansan las figuras escultóricas que representan la Fe, la Esperanza y la Caridad. El centro del altar está presidido por una esbelta figura policromada de Jesús. Cierra el frente de la capilla un gran arco en forma de medio punto. Sobre la puerta de acceso existe un hueco que comunica con la parte posterior de camarín de la Virgen.
Completan la decoración unas bellas lámparas colgadas de las cornisas laterales y un buen cromatismo formado por la variedad de sus materiales que la componen: calizas en sus paredes y cúpulas, mármol policromado en el suelo, y jaspe y dorados para diversas ornamentaciones.
Alrededores
Muy cerca y sirviendo de complemento a la Basílica Arciprestal se encuentra la ermita de San Sebastián. Sus orígenes se remontan al siglo XV. Fue utilizada como parroquia durante la reedificación del actual templo de Santa María en el siglo XVII. Actualmente es la sede del Museo de la Festa. Justo al lado encontramos la Casa de la Festa, emplazada en el edifico del que fue Hospital de la Caridad.